Una de las cosas más especiales y que más valoró, acerca de trabajar en el Hospital Hadassah es la reunión de personas de todas las naciones, edades y religiones.

Para mí, es una gran bendición es ayudar a los niños a conectarse y jugar unos con otros, por ejemplo: un niño que habla sólo árabe y el otro es un judío religioso que lleva puesto una kippa. Aquí es donde comienza la curación, esta solidaridad entre personas de diferentes orígenes existe también entre los miembros del personal y dentro de nuestro grupo de payasos médicos.

En este blog, traigo la historia de Fulla Nag`ab G`ubach, un payaso medico que ha estado en Hadassah durante cinco años. Fulla vive en Isawiya, un barrio árabe en el Monte Scopus en Jerusalén, con sus tres hijos.  Esta es su historia:

“Cuando empecé a trabajar en el Hospital Hadassah hace tres años, mi hebreo no era tan bueno. Durante mis descansos, un hombre se me acercaba y me pidió en Hebreo, que lo acompañe a ver a su padre y que él me pagaría. Me tomó un tiempo entenderle, pero cuando lo hice, le dije, que por supuesto lo acompañaría, y que no había necesidad de pagarme.

En nuestro camino, él me dijo que su papá se rehusaba a comer o beber algo, y en ocasiones hasta a hablar.  Me guio hasta la cama de su padre. Y encontré a un hombre ya viejo, que se estaba recuperando de una cirugía de corazón.

Cuando él me escuchó hablando árabe, su actitud cambio de repente y me dijo que comería algo, si yo le cantaba una canción de un cantante iraqui Nazem Al Ghazali. Yo acepte, y después de cantarle su canción preferida, me pidió que lo alimentara. Yo lo hice con todo mi corazón. Me sentí muy feliz que logre cambiar su actitud. Fortalecí mi creencia y confié en que a través de los sentimientos humanos, podemos hacer conexiones, independientemente de la religión, el color, la raza o el sexo.

Recibí muchos agradecimientos de parte de su familia, lo cual me dio la creencia y la confianza en mi trabajo humanista y más poder para continuar. De vez en cuando le seguía visitando, pero el trágico final no estaba lejos, él murió. Sin embargo, mi relación con su familia continúa”.

Que todos alcancemos la verdadera libertad de ser quienes somos, abrir nuestros corazones a los demás y abrir el camino a la conexión humana. Que aprendamos a extender nuestros limites interiores y a ver la luz en cada uno de nosotros.

¡Hasta la próxima vez, que la nariz roja esta contigo!- Nehama (Boola-Boola) Perel