“Los niños que no pasan las pruebas de evaluación del desarrollo requieren de más evaluación médica”, explicó el Dr. Muhannad Daana, neurólogo pediátrico y especialista en el desarrollo infantil de la Organización Médica Hadassah. “Al mismo tiempo los padres de estos niños requieren de apoyo constante, tanto social como comunitario”.

El Dr. Daana, también director del Centro de Desarrollo Clalit para Niños en el este de Jerusalén, promueve un acercamiento comprensivo y comunitario para el diagnóstico de los niños que padecen de Retraso Global del Desarrollo (RGD), el cual se caracteriza por un retraso significante en dos o más ámbitos del desarrollo. El acercamiento incluye pruebas de neuroimagen, como imagen de resonancia magnética (IRM), así como investigaciones metabólicas. Las pruebas genéticas revelarán anormalidades en el ADN, así como genes ausentes o el reacomodo de algunos cromosomas.

Un subconjunto de discapacidades del desarrollo que abarca el RGD son retrasos en las habilidades motoras gruesas y finas, habla y lenguaje, cognición, habilidades sociales y personales, así como actividades del día a día. Esta categoría es comúnmente aplicada para los niños menores de cinco años; para los niños mayores se utiliza el término “discapacidad intelectual”, ya que a ellos se les puede dar valor de IQ.

El Dr. Daana, quien diagnostica y atiende a niños referidos al Centro Clalit, el centro principal para problemas de desarrollo en el este de Jerusalén, da su diagnostico a partir de los antecedentes del niño y de su familia, así como por pruebas clínicas detalladas, radiología y estudios de laboratorio sobre el ADN. Bajo la dirección del Dr. Daana, Clalit está ofreciendo diagnósticos multidisciplinarios para el desarrollo infantil en aproximadamente 54,000 niños árabes en el este de Jerusalén.

El Dr. Daana reportó que la prevalencia del RGD es desconocida, pero estima que entre 1% y 3% de los niños menores a cinco años sí pueden razonar, a pesar de la prevalecía del retraso mental (discapacidad intelectual) en la población en general.

El Dr. Daana se ha enfocado en la importancia de diferenciar el RGD estático y progresivo, ya que el último requiere de mucha más investigación neurometabólica y genética, especialmente para poder tratar las enfermedades. Cualquier tipo de pérdida en el desarrollo ya obtenido es una señal para comenzar con la cascada de investigaciones.

Mientras que el Dr. Daana no cree que exista suficiente evidencia que justifique aplicar un EEG a todos los niños con RGD (a menos que sean epilépticos), él explica que la neuroimagen es una herramienta importante para el diagnóstico. Las tomografías ayudan a determinar la causa del RGD en aproximadamente 30% de los niños, y el número sigue aumentando, si el niño muestra síntomas físicos como por ejemplo un tamaño anormal de su cabeza o debilidad en la columna.

“La IRM es más sensible que la tomografía, pues se han encontrado anormalidades en 48.6% a 65.5% de los niños con RGD”, dijo el Dr. Aquí también la posibilidad de detectar una anormalidad aumenta cuando el niño muestra síntomas físicos.

El Dr. Daana dice que existe un número de características que ocasionará que el RGD del niño sea evidente: sexo femenino, antecedentes de anormalidades antes o después del parto, cabeza pequeña y/o deformidades físicas, examinación neurológica anormal y la ausencia de características del autismo.

Cualquiera que sean las herramientas de diagnóstico, el objetivo es encontrar la causa del RGD, predecir el diagnóstico del niño y crear y definir las opciones de tratamiento óptimo. Simultáneamente, al conocer de manera más especifica las anormalidades genéticas del niño, podremos saber qué enfrontará mientras vaya creciendo, así los médicos podrán dar apoyo enfocado a sus familias.