“Él tenía dos meses y medio cuando lo vi por primera vez”, dijo la Dra. Irene Anteby, Oftalmóloga Pediátrica del Centro Médico Hadassah, sobre el bebé del este de Jerusalén que se asumió, estaba ciego. Sin embargo, la Dra. Anteby se dio cuenta que no reaccionaba a la luz porque unas cataratas densas le estaban bloqueando la visión.
“Mucha gente cree que las cataratas es algo que le sucede a las personas mayores, pero a veces, los bebés nacen con ellas. Es importante actuar de inmediato porque un bebé debe desarrollar la visión pronto, de lo contrario será ciego”, dijo la Dra. Anteby. “Cuando no se tratan las cataratas de un bebé, el lente nublado bloquea el paso de la luz a la retina y no permite que se envíe información visual al cerebro en momentos cruciales, cuando el ojo y el cerebro están trabajando juntos para “aprender” a ver. Si las cataratas no se tratan a tiempo, el cerebro puede que no aprenda a ver jamás.
Los padres del pequeño eran primos; el bebé padecía de una deficiencia inmune rara, la cual no sólo lo dejo con un sistema inmunológico debilitado, sino que también con anemia y un virus peligroso llamado CMV (citomegalovirus).
“Lo vi el jueves por la tarde y el lunes agendamos la cirugía. Generalmente en estos casos se opera un ojo a la vez. Pero con este bebé tan enfermo, sabíamos que teníamos una sola oportunidad, por lo que decidimos implantar lentes intraoculares en ambos ojos, en una sola cirugía”.
El hecho de que la Dra. Anteby tenía que predecir el crecimiento del ojo del bebé para poder adaptar el lente de cierta forma para que le funcionara también cuando crezca, complicaba la cirugía. “Conforme va creciendo el bebé, habrá cambios en la refracción en todo momento”.
“Todo salió perfecto”, dijo la Dra. Anteby. Lo único que faltaba era conseguirle un armazón pequeño al bebé. Ya que el seguro de la familia cubrió la cirugía, pero no lo lentes, la Dra. Anteby tomó la iniciativa de acercarse a ópticas en Jerusalén y pedir que donaran un armazón. Un empresario con un gran corazón, donó el armazón y ahora el bebé puede ver el mundo que lo rodea.
Sobre la Dra. Anteby
La Dra. Irene Anteby emigró de Suecia a Israel a los 20 años. Se casó con un ginecólogo que conoció en la Universidad de Hadassah; tiene cuatro hijos y le gusta ayudar a los niños a superar su miedo hacia los doctores. Recuerda cuando el Ministro de Relaciones Exteriores la envió a las Islas Marshall en el Pacífico para ayudar con problemas oculares. “Todos los días atendía a pacientes con mala visión, y después de operar sus cataratas ya podían ver. Era un sentimiento maravilloso”.
La Dra. Anteby también recuerda a el chofer de las Islas Marshall que la llevaba del hotel al hospital y de regreso. El último día que estuvieron juntos, él le pregunto si le podía examinar sus ojos. Su visión era tan mala que lo opero en seguida. “A partir de ese momento, pedí irme caminando”, dijo ella.