
El momento no pudo haber sido más oportuno. Mientras millones de israelíes se encontraban aturdidos por las repetidas sirenas nocturnas y los viajes a habitaciones seguras, un equipo de investigadores de Jerusalén, que incluía personal de la Organización Médica Hadassah, publicó un estudio sobre los efectos de la guerra en el sueño en la Revista Internacional de Psicología Clínica y de la Salud.
El estudio analiza el período inmediatamente anterior a la invasión de Israel por Hamás el 7 de octubre de 2023 y los meses posteriores, pero es probable que sus hallazgos también puedan aplicarse a la reciente escalada con Irán y a los ataques nocturnos con misiles contra las principales ciudades de Israel. Incluso en zonas que no fueron atacadas directamente, las familias se despertaron con las alertas de la aplicación Home Front Command y las posteriores y potentes explosiones en el aire, mientras los misiles defensivos neutralizaban los proyectiles entrantes.
La mayoría de los estudios previos se centraron en personal militar, pero en esta ocasión, investigadores —entre ellos la directora del Máster Internacional en Salud Pública de la Escuela de Salud Pública Braun de la Universidad Hadassah-Hebrea, la Prof. Hagit Hochner; el neumólogo pediátrico sénior de Hadassah, Prof. Alex Gileles-Hillel; y su esposa, la experta en comportamiento organizacional de la Universidad Hebrea, Prof. Shoham Choshen-Hillel— decidieron analizar a la población civil.
El artículo demuestra los efectos perjudiciales de la guerra en el sueño de los civiles, lo que indica que estos efectos probablemente sean duraderos. Los hallazgos identifican precursores de los problemas de sueño y subrayan la relación entre el sueño, el trauma y el distrés psicológico.
“La población civil israelí experimentó un aumento del insomnio clínico, una reducción significativa de la duración del sueño y un mayor uso de somníferos, acompañado de altos niveles de distrés psicológico”, escriben los autores. “Los efectos sobre el sueño persistieron durante seis meses desde el inicio de la guerra. El sueño de las mujeres y las personas con mayor exposición al trauma se vio particularmente afectado. Estos hallazgos exigen intervenciones centradas en el sueño en el contexto del trauma y el distrés psicológico relacionados con la guerra”.
Los problemas crónicos de sueño tienen profundas implicaciones para la salud física y mental, así como para el funcionamiento cognitivo. Una línea de investigación reciente de este grupo destacó los efectos perjudiciales de los problemas de sueño en el funcionamiento efectivo y el comportamiento interpersonal. Se ha demostrado que la falta de sueño reduce el comportamiento prosocial, disminuye la empatía por el dolor ajeno y aumenta la sensación de soledad.
“Por primera vez, mostramos en una población a gran escala, un país entero, expuesto a eventos extremos durante un período prolongado”, afirma Gileles-Hillel. “Estos hallazgos subrayan la importancia de abordar este problema a nivel de salud pública. Si una paciente con problemas de sueño es una mujer y ha estado expuesta a un trauma, conviene abordar sus problemas de sueño de forma temprana. Esto implica derivarla a terapia psicológica o cognitivo-conductual para tratar el insomnio, que es la terapia de primera línea para estos trastornos”.