Se necesitó inteligencia, una visión de largo alcance y décadas de arduo trabajo, además de un toque de audacia israelí. En 1998, el Prof. Benjamin Reubinoff, entonces un joven ginecólogo y obstetra de sabra de la Organización Médica Hadassah en Jerusalén, estaba de licencia por dos años en Australia. Su especialidad en Israel, el país con la tasa de natalidad más alta entre los países desarrollados, fue la fertilización in vitro (FIV).

En el proceso de ayudar a las parejas a tener hijos, se implantan los embriones de probeta más sanos y viables, rara vez más de tres a la vez. Otros embriones se mantienen en reserva, pero al final no todos los embriones se pueden implantar. El Prof. Reubinoff creía que estos primeros grupos de células madre embrionarias humanas (hESC), con su potencial para dividirse indefinidamente y convertirse en otros tipos de células, podrían proporcionar la clave para curar muchas enfermedades intratables. Había viajado a Australia para trabajar con científicos que estaban explorando este campo.

Hubo un problema. Las restricciones éticas en Australia impidieron que él y sus colegas investigadores trabajaran con células madre embrionarias humanas. Entonces, el profesor Reubinoff voló a Singapur, un país en el que, al igual que en Israel, se permitía la investigación con células madre. Allí realizó el aislamiento inicial de líneas hESC a partir de la masa celular interna de embriones tempranos en fase de blastocisto, cinco días de edad y cien células.

En el vuelo de regreso a Australia, en el bolsillo de la camisa del profesor Reubinoff había un frasco de líquido rojizo con las líneas celulares que pudo aislar durante muchos días y noches en el laboratorio. Esta parte del viaje se presentó en una reseña editorial de la prestigiosa revista Science, ya que los investigadores israelíes marcaron el ritmo del desarrollo de células madre en el mundo.

La publicación de los hallazgos del Prof. Reubinoff también allanó el camino hacia el establecimiento, a su regreso, del Centro de Investigación Sidney and Judy Swartz hESC en el Instituto Goldyne Savad de Terapia Génica en Hadassah. Allí, el equipo de Hadassah desarrolló nuevas líneas madre con posibles aplicaciones clínicas y compartió sus líneas madre con entusiastas científicos de todo el mundo.

El trabajo del Prof. Reubinoff, a diferencia de muchos otros en el campo, no estaba destinado simplemente a la investigación teórica o de laboratorio. En Hadassah, él y sus colegas trataban a pacientes reales que buscaban desesperadamente terapias restaurativas para enfermedades incurables. La aplicación clínica fue crucial. Los colegas en diferentes campos de Hadassah, que estaban acostumbrados a pensar fuera de la caja, estaban intrigados por el desafío y las posibilidades de esta nueva dirección en la medicina. Por ejemplo, en el Departamento de Neurología, se han lanzado ensayos clínicos en los que las células madre del Prof. Reubinoff se utilizan para tratar la ELA, mientras que los cirujanos ortopédicos han estado utilizando células madre para acelerar la curación de fracturas complejas.

En el Departamento de Oftalmología, el médico y científico Prof. Eyal Banin creía que las células madre embrionarias humanas derivadas por el Prof. Reubinoff podrían proporcionar una plataforma para tratar enfermedades de la retina y, en particular, la degeneración macular relacionada con la edad (AMD), una enfermedad que avanza lentamente y sin dolor y es la principal causa de ceguera en el mundo occidental. La mácula es la parte de la retina responsable de la visión central nítida, necesaria para leer, reconocer el rostro y conducir. Con la edad, un alto porcentaje de ancianos presenta AMD, que a menudo afecta gravemente su calidad de vida. La disfunción y la pérdida de células del epitelio pigmentario de la retina (RPE) que ayudan a mantener los fotorreceptores suprayacentes en la retina juegan un papel crucial en el desarrollo de AMD. Hasta la fecha, no existe un tratamiento efectivo para apoyar y/o reemplazar las células RPE que envejecen y fallan. El Prof. Banin especuló que si las células madre embrionarias humanas pudieran diferenciarse en células RPE, el trasplante de tales células RPE «jóvenes y sanas» podría retrasar, detener e incluso revertir la pérdida progresiva de función y la degeneración de las células RPE dependientes de la edad alojar y atenuar la pérdida de visión asociada con AMD.

En estrecha colaboración, el Prof. Reubinoff y el Prof. Banin pudieron desarrollar la tecnología que permite que las hESC se diferencien en células RPE en cultivo, obteniendo células muy similares a las células RPE en nuestros ojos. Tras el trasplante en un modelo animal de degeneración retiniana causada por disfunción del EPR, demostraron que las células del EPR derivadas de hESC podían atenuar el proceso degenerativo y la pérdida de fotorreceptores, preservando la visión.

Una vez que se obtuvieron estos resultados prometedores, este proyecto se convirtió en el enfoque principal de Cell Cure Neurosciences Ltd., una empresa que el Prof. Reubinoff fundó en la empresa de transferencia de tecnología en el campus de Hadassah, Hadasit. Durante 20 años, el Prof. Reubinoff y el Prof. Banin, junto con el equipo de Cell Cure, desarrollaron OpRegen, una preparación de células RPE derivadas de hESC, llevando los resultados iniciales obtenidos en sus laboratorios a través de la fase de investigación traslacional. Esto incluyó la producción de células de grado clínico con un alto nivel de pureza, estableciendo nuevamente la eficacia y seguridad de estas células en modelos animales y abordando todos los requisitos reglamentarios, como la aprobación de la Administración de Drogas y Alimentos de EE. UU. y el Ministerio de Salud de Israel. Finalmente se obtuvo en 2016 para un ensayo clínico de fase I/IIa en pacientes con DMAE seca avanzada. En este ensayo, se inyectó una suspensión de células RPE derivadas de hESC en el espacio subretiniano y los resultados respaldan la seguridad y la posible eficacia de las células. En el camino, su proyecto fue comprado por Lineage Cell Therapeutics, Ltd, que, a su vez, ahora ha firmado un acuerdo exclusivo de colaboración y licencia mundial con Genentech de Roche para desarrollar y comercializar OpRegen para el tratamiento de la forma seca de AMD.

Este ha sido un viaje único y emocionante”, relata el Prof. Banin. “Pocos científicos clínicos tienen el privilegio de ver cómo su trabajo pasa de la investigación básica a la aplicación clínica en pacientes, y nos sentimos muy afortunados de que esto esté sucediendo ahora. Los resultados preliminares dan esperanza de que la tecnología atenúe y retrase la pérdida visual asociada con la AMD seca y, ahora que una empresa farmacéutica líder está detrás de este esfuerzo, aumenta enormemente la posibilidad de que la tecnología que desarrollamos el profesor Reubinoff y yo llegue a millones de los pacientes con AMD que lo necesitan”.