El Dr. Sigmund J. Kharasch de Boston, cuenta su experiencia de trabajo en el departamento pediátrico de Hadassah Monte Scopus en la más reciente edición de Perspectivas de Pediatría.

Pocas veces escuchamos o leemos buenas noticias del Medio Oriente e Israel: La segunda guerra con Líbano, Hezbollah, misiles cayendo en Sderot, Operación Plomo Fundido e Irán. Incluso una persona optimista como yo, podría tener poca esperanza para los disturbios de esta región.

En el 2009, visite varios departamentos de emergencia pediátricos en Tel Aviv y Jerusalén, para ver si había alguna oportunidad en la que pudiera contribuir como médico. Me gusto mucho el Profesor Eitan Kerem, Presidente del Departamento de Pediatría de Hadassah Monte Scopus en Jerusalén. El Profesor Kerem describió la historia del Hospital Hadassah, la diversidad de los pacientes, enfermedades y población desatendida que se atienden diariamente. Salí pensando lo increíble que sería trabajar en este ligar. Cuando aterrice en Boston, mi plan ya estaba armado.

Después de un intercambio de varios correos, el Profesor Kerem aceptó tenerme como médico en el departamento de emergencia pediátrico por un mes y me ayudo a obtener mi licencia médica temporal. Empecé a estudiar hebreo en Boston, arregle en el trabajo los días que iba a faltar, rente un departamento y me fui tiempo después en ese mismo año. Estaba listo para atender a “mi gente”. No me tomó mucho tiempo en entender lo poco preparado que estaba.

Aterricé en Israel un lunes por la mañana y comencé a trabajar en el departamento de emergencia el miércoles. Me puse mi bata blanca y el estetoscopio y caminé hacia el departamento, todavía cansado por el vuelo. Parpadee varias veces hasta que logré enfocar la escena que estaba frente a mi. El departamento de emergencia estaba lleno de pacientes, la mayoría árabes; rápidamente me presentaron a la jefa de enfermeras, Ashraf, una druza árabe del norte de Israel y a Muhammad, un enfermero de Cisjordania que trabajaba en Hadassah como traductor. Conocí a los residentes de pediatría que iban a trabajar esa mañana conmigo: Amjad, un árabe israelí de Nazaret e Ibrahim, un palestino del este de Jerusalén, que recientemente terminó sus estudios de medicina en Egipto. Siendo tan desorientado, por un momento pensé que estaba en el lugar y hospital equivocado.

Tenía poco tiempo para reflexionar; en pocos minutos llegó la primer ambulancia con un niño árabe de cuatro años, cuyos padres estaban preocupados de que no había hablado desde un día antes y había estado durmiendo en exceso.

A pesar de que estaba respirando, el niño estaba comatoso. Rápidamente cayeron sobre el con una gasometría arterial, estudios metabólicos y toxicológicos, una tomografía computarizada y una punción espinal; todo esto parte de un procedimiento normal y común en Hadassah. Le dije a Michael, secretario de la unidad y judío ortodoxo de Cisjordania, que llamara al neurólogo para consultar el caso con él. Muhammad, el neurólogo pediátrico, llegó rápidamente. Posteriormente me enteré que nació y estudió en Amman, Jordania y recibió apoyo financiero como parte del programa para avanzar con los cuidados médicos en el este de Jerusalén y Cisjordania. Hablamos de las posibilidades del niño y rápidamente arreglamos un electroencefalograma y lo trasladamos a la Unidad Pediátrica de Cuidados Intensivos.

Hadassah Monte Scopus está ubicado entre el este y el oeste de Jerusalén, donde hay una gran congregación de villas árabes. 50% de los pacientes del departamento de emergencia y de la unidad hospitalaria son palestinos árabes del este de Jerusalén y Cisjordania. Uno sólo necesita asomarse por la ventana del hospital para ver lo cerca que están las poblaciones de esta área geográfica.

Por el mismo tema de la proximidad, los temas de salud afectan a todos. Enfermedades infecciosas, como la epidemia de sarampión que comenzó en los vecindarios judíos de Jerusalén, se esparció a los suburbios palestinos del este de Jerusalén. En una población multiétnica y multilingual, el aislamiento es impartido y poco beneficioso para las necesidades de salud de los pacientes y sus familias de la comunidad. El cuidado de salud en Israel es universal y participa en la afiliación del plan básico de los seguros médicos. Todos los ciudadanos israelíes (judíos y árabes) tienen el derecho de tener un plan básico en el seguro médico.

Logré entender la sabiduría del Profesor Kerem en el mes que estuve ahí. Para atender este tema y otros retos, el departamento de pediatría tiene a médicos y enfermeras judíos y árabes para reflejar la población de manera adecuada. Muchos de los residentes árabes que están entrenando, se quedan en Hadassah como médicos principales o médicos principales del este de Jerusalén. Los residentes israelíes (sin importar su origen étnico o religión) que deciden hacer sus prácticas en otro lugar del mundo, son bienvenidos a regresar a Israel y continuar con su práctica en la especialización.

Durante el mes que estuve en Hadassah, conocí e interactue con mucho médicos y enfermeras de distintos antecedentes y culturas: árabes de Siria y los territorios palestinos, médicos de Turquía, y judíos de Israel, Iran, Sudamérica, Suecia y Rusia. Juntos, atendimos a miles de pacientes con enfermedades como neumonía, fiebre reumática, meningitis, diabetes y una gama de enfermedades genéticas y metabólicas raras que se encuentran con frecuencia en el medio Oriente. Por obvias razones, nunca se habló de política en el hospital; las preferencias políticas de cada uno no afectaban ni importaban.

Los judíos cuidaban de los árabes y viceversa. Fue muy claro para mi como las personas no eran juzgadas por su origen y eran atendidos con respeto y amabilidad para ofrecer el mejor cuidado médico para todos los niños y sus familiares.

Además, tengamos temas mucho más importantes para discutir en nuestro departamento, lo hacíamos mientras comíamos: La boda de Ashraf y la preocupación de todos de cómo lo estaba planeado ella sola. Fui invitado a varias casas de estudiantes de medicina, residentes y médicos para cenar después del trabajo.

Una de las cenas más memorables fue en casa de Amjad y su increíble esposa Lamis, una trabajadora social del hospital; quienes viven en el este de Jerusalén, en una área que jamás creí visitar. La realidad política del estilo de vida ahí era muy distinta, se hablaba de quién era mejor cocinera, si Lamis o su madre; si su hijo de nueve meses debía llevar una coleta o no y de cómo sería la vida para ellos en Estados Unidos y para que Ajmad pudiera seguir su entrenamiento. La cena y la conversación fueron inolvidables, llegué a casa hasta la 1:00am.

Unos días antes de irme, le pregunte al Profesor Kerem como describiría él el ambiente, la atmósfera y el departamento que creó en Hadassah Monte Scopus. Se reclino, cruzó sus brazos por detrás de su cabeza y sonriendo me contestó: “Es mi barco feliz”.

Después de mi primer mes en Hadassah en el 2009, regresé para quedarme un año completo en el 2010; m esposa y mis tres hijos vinieron conmigo y yo trabajaba de tiempo completo en el departamento de pediatría y emergencias pediátricas. He regresado dos o tres veces al año para continuar con mi trabajo y contribuir a mi manera a este “pedazo de paz”, en una área de constante conflicto.

¿Sigo siendo optimista? La Operación margen Protector resultó en las muertes y sufrimiento de muchos palestinos e israelíes; Siria es un caos y el crecimiento de ISIS e Iran es muy fuerte.

No estoy seguro si algún día habrá paz en Israel, pero lo que yo presencié todos los días es una coexistencia pacifica entre familias árabes, judías y el equipo médico. Todos comparten el mismo objetivo de que la salud y el cuidado médico son lo más importante. Si alguna vez llega a haber paz, pensaría que un buen lugar para empezar es dónde los niños y las familias se preocupan unos por otros.