David Fintzi estaba tomando su primer período de vacaciones desde que entró en la prestigiosa Escuela de Medicina en Bucarest el año pasado.
Guapo, de pelo oscuro y modesto, de 19 años quería concluir su formación como consejero en el movimiento de jóvenes judíos. Tenía un boleto de avión para ir a Israel más adelante en el verano.
Mientras tanto, decidió visitar a su amigo R. que vivía en la histórica ciudad de Iasi, en Moldavia a 650 kms. de distancia.
Iasi tiene una larga historia judía con teatro yiddish y un periódico pionero en ese idioma, un movimiento jasídico activo. La mayoría de los judíos se han ido o como su amigo, se han conectado con la comunidad judía de Bucarest.
En Iasi, David y R. subieron al tren eléctrico para hacer turismo.
Nadie sabe exactamente lo que pasó. David se asomó por la ventana, ya sea para tomar una foto o no – y de alguna manera tocó el cable eléctrico. Todo sucedió tan rápido, R. no fue capaz de reconstruir el evento.
27.000 voltios de electricidad corrieron por el delgado cuerpo de David.
Se desplomó.
En Iasi no hay un hospital médico avanzado. Llevaron a David a Bucarest en un helicóptero.
Allí se debatió entre la vida y la muerte durante 72 horas. La comunidad judía estuvo acompañando a sus desconsolados padres, André y Manuela Fintzi.
“No sé cuando surgió la idea de llevarlo a Israel,” dice André, un actor de cine y de teatro. “Pero una y otra vez aparecía la idea de que Israel tenía una enorme experiencia en quemaduras por todas las guerras. Primero decidimos ir a Israel, y después a Hadassah. Había oído de Hadassah, de su experiencia y de su prestigio internacional.
En 1923, Tzvi Neuman, un joven médico de Alemania se mudó al pre- Estado de Israel. Se convirtió en cirujano en el Hospital Hadassah, con un interés especial en quemaduras. Para adquirir mayor experiencia, fue a Sudáfrica y a Estados Unidos donde obtuvo un mayor entrenamiento. El 15 de octubre de 1973, el Dr. Neuman estaba en Génova en un congreso médico. Era Yom Kippur. En cuanto se enteró del ataque a Israel, tomó un avión de regreso a casa.
Lo mismo hizo su hijo Abraham, a quien todo el mundo conoce como Rami, quien se encontraba estudiando medicina en Italia.
Los dos Neuman llegaron a Israel, Rami se enlistó en su unidad de tanques de combate. El Dr. Neuman llegó al Hospital Hadassah cuando comenzaron a llegar los primeros heridos. La guerra de Yom Kippur se peleó con tanques. Israel tenía menos soldados y sus armas eran inferiores a las de sus atacantes. Los soldados lucharon con valor para detener al enemigo. Muchos de ellos tuvieron quemaduras severas.
En el Hospital Hadassah, el Dr. Neuman y su equipo trabajaban todo el día. Cirujanos judíos de la diáspora llegaron a fortalecer el equipo de Hadassah. Todos crecieron, y con ello, la fama de Hadassah como líder mundial en quemaduras.
“Todos los cirujanos plásticos contribuyeron con su personal conocimiento y experiencia y al finalizar la guerra, todos habíamos aprendido mucho de los demás,” expresó Rami Neuman.
Al finalizar la guerra, Rami Neuman no volvió a Italia. Continuó sus estudios médicos en el Hospital Hadassah y hoy, encabeza la Unidad de Cirugía Plástica y Quemaduras que su padre estableció en vida.
Las quemaduras eléctricas se distinguen de las térmicas o químicas por que causan un daño mucho mayor debajo de la piel. Son más difíciles de diagnosticar. Pueden causar una conmoción y un gran esfuerzo al corazón, a los riñones y a otros órganos.
David tenía quemaduras muy graves. Además del shock, también se había incendiado. En Rumania, tuvo una cirugía inicial que pudo haber sido una fuente de infección fatal. Estaba al borde de la muerte.
La Agencia Judía se involucró en el caso. Lo recogió el servicio de ambulancia aérea creada por el piloto /médico sudafricano David Linton de Hadassah. A bordo iban el doctor internista Marc Romaine y la enfermera Kyrill Grozovsky de Hadassah, y los padres de David, André y Manuela Fintzi que se acurrucaban al lado de su único hijo.
Al despegar para llegar a 37,00 pies de altura, la saturación del oxígeno de David cayó y las alarmas comenzaron a sonar. “En algunos momentos tuvimos que quitarle el respirador y darle oxígeno manualmente,” dijo el Dr. Romaine.
Para Andre Fintzi esa fue la parte más aterradora del viaje. Soy muy sensible a la expresión facial, y en tres ocasiones, pude ver al Dr. Romaine muy preocupado cuando sonaban las alarmas,” dijo. “Me aterrorizaba perderlo.”
Después de dos horas y media de haber salido, aterrizaron con dificultad en el pequeño avión. Afuera el tiempo era caluroso y húmedo. Rápidamente se fueron hacia Jerusalem.
Hay demasiados sonidos en la unidad de Cuidados Intensivos de Hadassah. “Demasiados,” dice André Fintzi, quien constantemente pide información al personal del hospital para que lo tranquilicen cuando visita a su hijo David. “Me temo que entro en pánico todo el tiempo ¿pero acaso no tengo razón?”
Hadassah es el único hospital que tiene un Banco de Piel en Israel. La recuperación de quemaduras tan graves es lenta y complicada. Las funciones vitales deben de atenderse más aún, las infecciones se deben detener, y el proceso de los injertos de piel se tiene que continuar. En el mes que David Fintzi ha estado en Hadassah ha hecho grandes progresos, en la estabilidad de su enfermedad en general, y en el tratamiento de las quemaduras.
Todos sus médicos, los de la Unidad de Cuidados Intensivos, y el equipo del Dr. Neuman están optimistas.
Sin embargo, mientras el equipo médico usa toda su experiencia, Manuela y André Fintzi han enviado un mensaje a todas las personas de Hadassah, mujeres y hombres.
“Ustedes hacen un trabajo fantástico,” les dijo André Fintzi. “Es por eso que el pueblo judío sigue existiendo hoy. ¿Dónde podemos encontrar otro hospital así en cualquiera de los países vecinos que quieren destruir Israel?
Sus doctores y enfermeras están haciendo todo lo posible por salvar a nuestro hijo, nuestro único hijo. No podemos estar más agradecidos. Pero quiero pedir a los amigos de Hadassah que también lo incluyan en sus rezos en este Yom Kippur para su total recuperación.”