El 22 de febrero del 2004, Amos Levy resultó gravemente herido durante un ataque suicida en el camión #14 en Jerusalén. En ese momento, Amos de 28 años, era un abogado reconocido que iba camino a su nuevo trabajo. Ahora, más de 10 años después dice: “En este punto de mi vida, por supuesto que no recuerdo nada de lo que pasó, pero sé que gracias a los talentosos médicos de Hadassah estoy vivo”.
Cuando el camión de Amos explotó en llamas, la bomba arrasó su cuerpo. La metralla perforó profundamente su piel, destruyendo la mayor parte de las arterias en sus piernas. Sufriendo de una pérdida de sangre extrema, Amos llegó al Hospital Hadassah Ein Kerem al borde de la muerte.
Amos ingresó a cirugía de inmediato, donde el equipo de trauma de Hadassah batalló para salvar su vida. A pesar de que sobrevivió la cirugía, tomó otras 48 horas y varias resucitaciones para mantenerlo estable. “Estoy vivo por una combinación de heroísmo, gran talento médico, el mejor cuidado médico y mucha suerte”, dijo Amos.
Él agregó: “Tristemente, una de las razones principales por la que estoy vivo es por la experiencia que tiene el equipo médico con víctimas de trauma. Resulté herido en el 2004, en uno de los últimos atentados suicidas de la Intifada. Los doctores ya tenían años de experiencia con este tipo de heridas. Si hubiera resultado herido a principios de la Intifada, no sé si estaría vivo ahora”.
Amos tuvo varias cirugías y pasó 10 días en cuidados intensivos antes de que lo pasaran al pabellón de cirugía. Después de estar un mes en Hadassah Ein Kerem, fue transferido a Hadassah Monte Scopus para la rehabilitación. “Estaba tan determinado en irme a casa que superé todas las pruebas de rehabilitación en tan solo cuatro días”.
Durante los próximos meses, Amos entraba y salía del hospital para tener más cirugías y terapias físicas y ocupacionales intensivas. “Sentí que tenía a alguien dentro del personal de Hadassah en quien apoyarme, pues siempre me tomaban de la mano y hasta ahora no me han soltado”.
Siete meses después de haber resultado herido, Amos logró viajar al extranjero con su esposa. Ocho meses después regresó a trabajar. Su primer hijo nació un año y medio después del ataque y después tuvo otros tres. Amos envía fotos con sus hijos de forma regular a los doctores que salvaron su vida, ya que él dice: “Si no me hubieran salvado, mis hijos no hubieran nacido”.
Si hoy en día ves a Amos en la calle, jamás pensarías que tiene cicatrices bajo la ropa. Sus pantalones cubren los vendajes de presión que utiliza para regular la circulación. A pesar de que sigue viniendo a revisiones, no ha sido hospitalizado en los últimos ocho años.
“Centímetro por centímetro, minuto por minuto, recuperé la vida. Sin el apoyo de mi esposa y el Hospital Hadassah esto no hubiera sido posible”.