La operación fue la única esperanza de Fano. Con una espalda torcida 110 grados y empeorando, el adolescente probablemente contraerá una neumonía letal y morirá. A sus padres, que vivían en un pueblo sin electricidad a 200 kilómetros del hospital más cercano, les dijeron que una cirugía tan compleja era imposible en Etiopía, un país de 100 millones de personas.
Es decir, hasta que el equipo de Hadassah voló desde Jerusalén: cirujanos de la columna vertebral, anestesiólogos, expertos en enfermería. Trajeron a Etiopía su experiencia, su equipo y su espíritu de optimismo.